“Andrea López falleció en la noche del 9 de febrero o en la madrugada del 10 de febrero de 2004 como consecuencia de los golpes y patadas que recibiera de parte de su conviviente Víctor Martín Purreta, quien la dejó en la cama hasta que pudo hacerla desaparecer, sin intentar trasladarla al hospital o a algún centro sanitario para que le brindaran los auxilios necesarios para su recuperación”.
Así lo describió el fallo de la Cámara en lo Criminal Nº 1 de Santa Rosa, que condenó a Purreta a 18 años de prisión por el homicidio de Andrea López.
“Se cumple un año más de la desaparición de Andrea López, nuestra primera desaparecida en democracia en nuestra ciudad y en la provincia”, recordó Mujeres por la Solidaridad.
A través de un documento que lleva como título “La memoria y el presente: Andrea López, presente, ahora y siempre”, desde la agrupación feminista hicieron un resumen del caso donde destacan la fortaleza de Julia Ferreyra, mamá de Andrea.
“El 10 de febrero del año 2004 desapareció Andrea Noemí López, una joven santarroseña de 25 años de edad que convivía con su pequeño hijo y con su pareja, el boxeador Víctor Purreta, que ejercía sobre ella violencia de género extrema y la explotaba sexualmente. A partir de ese momento su madre, Julia Ferreyra, desafió la indiferencia y los prejuicios sociales e inició su búsqueda, junto a familiares y organizaciones de mujeres.
A lo largo de diez años, la trama de la violencia sufrida por Andrea se fue desentrañando y quedó expuesto el recorrido común de padecimientos de gran número de mujeres en las sociedades patriarcales: aislamiento, golpes y amenazas.
Estos hechos fueron probados en el primer juicio que culminó con la condena de Purreta por promoción y facilitación de la prostitución. Luego, la madre de Andrea, a cargo de la guarda de su nieto, se abocó a su cuidado y protección, ya que el niño había sido víctima y testigo de las violencias sufridas por su madre.
En forma paralela, Julia Ferreyra actuó como querellante en la causa judicial por la desaparición de Andrea, activó su búsqueda a nivel local y nacional, y asistió a numerosas actividades y foros que reclaman políticas activas y compromiso estatal contra la explotación prostituyente y la trata de personas. Finalmente, en el año 2014, esta lucha inclaudicable por la verdad y la justicia para Andrea alcanzó un punto culminante cuando se condenó a Víctor Purreta por su homicidio”, detallaron.
Mujeres por la Solidaridad reclamó que de una vez por todas se responda con la pregunta ¿Dónde está Andrea? “Aún sostenemos el justo reclamo de la familia y de la sociedad pampeana por conocer el destino del cuerpo de Andrea. Desde nuestra organización consideramos que su homicida podrá llegar a cumplir la condena establecida legalmente, pero aún mantendrá una deuda, especialmente con el hijo y la madre de Andrea, que supera el dominio de las normas jurídicas: decir la verdad sobre el destino final de su cuerpo permitiría a la familia completar el acto amoroso de la despedida que nos constituye a los seres humanos como tales”, aseguraron.
“Sistema prostituyente”
Desde Mujeres por la Solidaridad plantearon que en esta fecha, cada año, recordamos que todas las violencias que padeció Andrea López fueron graves violaciones de sus derechos humanos. El Estado tiene la obligación de proteger el derecho a la vida y a la libertad, los derechos económicos, sociales, culturales y sexuales de las personas, especialmente de aquellas que son brutalmente vulneradas cuando se las somete a la explotación sexual. Hoy, nuestra sociedad reconoce la compleja red que sostiene el sistema prostituyente, se han generado avances en las leyes y en la conciencia social respecto de la violencia de género y su abordaje, pero debemos profundizar y adecuar las políticas públicas y el accionar del Poder Judicial para garantizar el goce de estos derechos.
Por ello, sentimos que honrar cabalmente la memoria de Andrea también es comprometernos y convocarnos a trabajar para mejorar las condiciones de vida, económicas, sociales y culturales de nuestras niñxs, adolescentes, y de las disidencias sexuales. Ellxs son lxs que hoy peligran bajo la amenaza de una cultura, la del sistema prostituyente”.