Las pantallas impactan negativamente en la vida de un niño, ya sea por el contenido de lo que ven o hacen los pequeños mientras utilizan estos dispositivos, o por todo lo que dejan de hacer por estar conectados, como el desarrollo de vínculos afectivos con los demás, juegos creativos, lectura, estudio y actividad física, entre otras. El desarrollo del cerebro del niño depende en parte de las experiencias que vive, por lo que la pérdida de momentos de juego creativo tiene un fuerte impacto en su fortalecimiento.
Sumado a esto, se podría decir que es un fenómeno socialmente aceptado. Y es que el debate surge en cada reunión social o salida a comer en familia. Ya no llama la atención ver niñas y niños pequeños con tablets o teléfonos celulares en la mesa del restaurante, o en un sillón contiguo a donde comen los adultos, en una cena de amigos. O en el colectivo. O en la sala de embarque previo a tomar un avión. O en la espera del médico. El “chupete electrónico” reemplazó a los juegos que antes se consideraban irremplazables. Los autitos, rompecabezas, hojas y lápices de colores y demás artilugios a los que recurrían los padres -hasta no hace mucho tiempo- para entretener a sus hijos en las salidas o viajes quedaron en el olvido.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los niños de menos de un año no sean expuestos a ningún tipo de dispositivo electrónico. Además, aseguran que los niños de dos a cuatro años tampoco deberían tener más de una hora por día de lo que llaman “tiempo de pantalla sedentario”, que incluye juegos de computadora o televisión.
Un nuevo estudio publicado en JAMA Pediatric reveló los resultados de un trabajo que evaluó a 47 chicos menores de cinco años. A través de tomografías computadas y resonancias magnéticas, notaron que quienes pasaban la mayor parte del día frente a los dispositivos electrónicos tenían menos “materia blanca” en el cerebro, o mielina, que se encuentra relacionada con las prolongaciones de las neuronas y cuya función es la de mejorar la conducción de información entre distintas las zonas del cerebro.
Además, para realizar esta investigación se trabajó en conjunto con los padres de los niños. A ellos se les pidió que completaran una puntuación compuesta llamada ScreenQ, que tiene como referencia el tiempo que se debe pasar frente a pantallas según la Academia Estadounidense de Pediatría. La misma sugiere estar sin pantallas en la habitación, que el nene o nena no comience a ver televisión ni a usar aplicaciones sino hasta después de los dieciocho meses, que no se exponga a contenido violento, y que en edad preescolar no pase más de una hora al día frente a las pantallas.
Entre las conclusiones determinaron que los chicos con mayor exposición a las pantallas tenían un peor lenguaje expresivo y peores resultados en pruebas de velocidad de procesamiento de lenguaje. Estos hallazgos, de acuerdo a lo publicado, sugieren la necesidad de seguir estudiando el vínculo entre el uso de dispositivos electrónicos y el desarrollo del cerebro, particularmente durante la primera infancia.
Para el médico pediatra Nicolás Cacchiarelli, secretario del Comité de Crecimiento y Desarrollo de la SAP, este nuevo descubrimiento suma más evidencia a lo que vienen sosteniendo desde las sociedades pediátricas: la necesidad de limitar las pantallas. “Por ‘pantallas’ nos referimos a cualquier dispositivo electrónico digital que proyecte imágenes, como televisores, computadoras, tablets, teléfonos celulares y videojuegos, entre otros. Lamentablemente, su uso comienza cada vez a edades más tempranas, a pesar de las recomendaciones actuales al respecto”, explicó a Infobae Nicolás Cacchiarelli.
El especialista de la SAP destacó que en caso de utilizar pantallas, la actividad debería estar asociada a los juegos propios de cada edad. Por ejemplo, sería preferible pintar, leer un cuento o armar un rompecabezas en la tablet, en lugar de permanecer inactivo mirando videos en reproducción automática.
“Todas las investigaciones suman para seguir estudiando el impacto que tienen en la vida de los niños. Además, es importante seguir investigando el impacto social, comunicacional, de desarrollo, entre otros impactos que tienen que ver en las nuevas costumbres”, enfatizó el profesional.
Es así como el estudio que comprobó un vínculo entre el uso de pantallas y el desarrollo cerebral de los niños pequeños, sobre todo en áreas relacionadas con el desarrollo del lenguaje, refuerza los lineamientos sobre minimizar el tiempo que los niños en edad preescolar pasan frente a las pantallas.