Dos buscadores de metales de Inglaterra descubrieron un tesoro valuado en millones de dólares y fueron condenados por haberlo ocultado. Buena parte de los objetos todavía no fueron recuperados.
Los protagonistas de la historia, Layton Davies, de 51 años, y George Powell, de 38 años, desenterraron en junio de 2015 un tesoro vikingo de 1.100 años de antigüedad y no avisaron acerca de su hallazgo. El viernes 22 de noviembre recibieron una condena de ocho años y medio y diez años de cárcel, respectivamente.
El tribunal de Worcester, en el oeste del país, consideró que “engañaron no solo al propietario” del terreno agrícola donde hallaron los objetos, sino también al pueblo británico al que privaron “de un tesoro que pertenece a la nación”.
Entre las piezas más preciosas destacan un anillo de oro del siglo IX, un lingote de plata, un colgante de cristal del siglo V y unas 300 monedas que aparecen en fotografías guardadas en el teléfono de Davies pero que los investigadores nunca encontraron.
Aparte de su valor, estimado entre 3 y 12 millones de libras esterlinas (3,5-14 millones de euros, 3,9-15,4 millones de dólares), han ayudado a revelar un nuevo aspecto de la historia inglesa.
Cinco de las 31 monedas recuperadas son muy raras: en ellas aparecen juntos dos reyes del siglo IX, Alfredo el Grande de Wessex y Ceolwulf II de Mercia, sugiriendo una alianza hasta ahora desconocida entre ambos monarcas que permite conocer mejor el proceso de unificación de Inglaterra.
Los objetos recuperados se conservan actualmente en el Museo Británico de Londres. El resto, según la fiscalía, está “probablemente oculto en uno o varios lugares”.
“Estos hallazgos pertenecen a nuestra herencia nacional”, afirmó Gareth Williams, conservador de monedas medievales y colecciones vikingas en el Museo Británico. Además, aclaró que el Reino Unido tiene uno de “los sistemas más generosos del mundo” para retribuir a los cazadores de tesoros que “respetan la ley”.
Otros dos hombres fueron condenados como cómplices por haber ayudado a ocultar el hallazgo. Uno recibió una condena de cinco años de cárcel y el otro, enfermo, conocerá su sentencia más adelante.