Por Bruno Nicolás Domínguez Oyarce (*)
Se acerca diciembre, altas temperaturas, sopla el pampero. La llegada del verano en la capital pampeana puede ser un despiadado factor que obliga a la población a resguardarse durante el medio día, sin embargo, no todos pueden darse ese lujo. Un grupo de jóvenes vestidos de rojo con una mochila térmica ganan dinero a pulmón acercando comida al domicilio de clientes que, más temprano que tarde, hacen uso de las nuevas tecnologías y su naturaleza sencilla, inmediata, omnipresente.
El muchacho se encuentra perdido entre sus pensamientos, en 4 días vence la factura de luz, el lunes rinde un parcial, la familia le reclama su ausencia y el astro rey no da tregua con sus pronunciados 35 grados.
El celular emite un pitido y devuelve la mente del repartidor a la calle, todavía recuerda aquella charla con el hombre de acento extranjero ‘serás tu propio jefe‘, ‘trabajarás en el horario que quieras‘, un contrato de 8 páginas para ser su propio jefe no suena del todo creíble, pero es lo único que tiene. Vive en una de las provincias con la tasa de desempleo más alta del país, ya había recorrido casi la totalidad de establecimientos y las pocas entrevistas que logró concretar quedaron en eso…tan solo entrevistas.
‘Pior es nada‘, diría el abuelo, se repite mientras emprende el viaje de 3.3 kilómetros que separan el restaurante de la casa del cliente, llegar a destino y no perderse no requiere gran esfuerzo, tan solo es un juego de simón dice con el GPS proporcionado por Google.
De repente, un hombre en una esquina apunta el objetivo de su cámara fotográfica al paso veloz del joven muchacho, lo detiene haciéndole señas y se identifica como periodista de un diario local, ‘¿puedo hacerte algunas preguntas?‘.
La respuesta afirmativa desencadena un discurso que cuestiona el accionar y el sometimiento de los trabajadores para la aplicación a la que representa. En el palabrerío del reportero se repiten aproximaciones a lo ‘precario‘ a un accionar ‘evasivo‘ por parte de la multinacional. Sin embargo, el muchacho, encuentra precario a tener que comprar poco arroz y reutilizar el aceite de la olla más veces de lo recomendado. Intercambia su tiempo por dinero, su dinero por servicios y bienes de subsistencia ¿no es esa la definición de trabajo?
Usuarios sin nombre ni apellido solicitan constantemente todo tipo de alimentos, la aplicación funciona con impresionante eficiencia, asigna pedidos en función de la disponibilidad y de la puntuación particular de cada repartidor, esta última es determinada por factores como la velocidad y la cantidad de pedidos concretados.
El sistema conoce en todo momento la ubicación de los repartidores quienes tienen que explicar a la ‘Matrix‘ el motivo de cualquier demora o inconveniente. Por supuesto cualquier incidente o impedimento al entregar la encomienda recae en los hombros del repartidor quien se identifica ante la máquina con un número de usuario.
La aparición de la coalición de repartidores es un fenómeno que despierta curiosidad entre los transeúntes, les preguntan su edad, a qué se dedican específicamente, cómo consiguieron ese puesto de trabajo y quizá la más frecuente el peso de la mochila con la que realizan los pedidos.
Entre los ciclistas y motoristas que integran a tan particulares trabajadores encontramos estudiantes, albañiles, ex empleados del estado, artistasà personas que a fin de cuentas buscan un ingreso muchas veces insuficiente ante la situación crítica que atraviesa la economía de nuestro país.
Hoy sin lugar a dudas el avance de la tecnología de una sociedad de consumo, su sed insaciable y su naturaleza inmediata, apremia a quienes se adaptan y excluye a quienes se resisten, en un mundo donde los datos viajan a la velocidad de la luz es necesario pararse a pensar los cambios que atravesó la cultura del trabajo.
Las nuevas generaciones responden a nuevas necesidades, si no es ‘Pedidos Ya‘ será ‘Glovo‘, si no es ‘Glovo‘ será ‘Rappi‘ y así hasta que la gente comprenda que la culpa no es del chancho sino de quien le da de comer.
(*) Alumno de 1º años de la carrera de Periodismo en la Universidad de La Pampa y trabajador de “Pedidos Ya”