El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva recuperó su libertad esta tarde, después de 580 días preso, luego de haber sido detenido el 7 de abril de 2018 para cumplir una condena de 8 años y 10 meses por corrupción, según determinó la justicia de ejecución penal de la ciudad de Curitiba, estado sureño de Paraná.
A Lula lo esperaron miles de seguidores fuera de la cárcel, esperando reunirse con él antes de que viaje a San Pablo. Sus primeras palabras fueron de agradecimiento: “ustedes fueron el alimento de democracia que necesitaba para resistir”, les dijo a los militantes que lo acompañaron en toda su detención desde un campamento frente a la Superintendencia de la Policía Federal de Curitiba.
Durante su detención, sufrió la muerte de su nieto de 7 años por meningitis y fue autorizado a estar solo dos horas en el velatorio.
“Salí para seguir luchando por el pueblo brasileño”, celebró y advirtió que “no encarcelaron a un hombre, quisieron matar las ideas”.
“Mucho tiempo pensé en el día de hoy, en que no podría estar aquí con ustedes”, confesó el expresidente ante los militantes que mantuvieron la campaña por la libertad del líder político.
“Ustedes fueron el alimento de la democracia”, agradeció y aseguró que eso le permitió “resistir la canallada que el Estado brasileño hizo conmigo y con el pueblo brasileño”.
El líder del PT apuntó contra el actual gobierno brasileño y el Ministerio Público por “buscar criminalizar a la izquierda, al Partido de los Trabajadores y a mí”. El exmandatario agradeció a los integrantes del PT, sindicalistas y militantes que día a día lo acompañaron durante sus 580 días de detención.
La histórica imagen de su liberación quedó retratada junto a la presidenta del Partido de los Trabajadores, Gleisi Hofman; el excandidato presidencial del PT, Fernando Haddad, y sus abogados Cristiano Zanin Martins y Valeska Martins.
En un acto casi íntimo con quienes lo acompañaron y que contó con la presencia de sus familiares, Lula también se dio el lujo de presentar a su “futura compañera”. Durante su detención había sostenido que al salir quería volver a casarse a sus 73 años.
Minutos antes de salir de la cárcel, en su perfil oficial de Twitter fue publicado un video donde se lo ve haciendo ejercicio dentro de la cárcel, musicalizado con la música de la película “Rocky”, demostrando que está listo para “dar batalla”.
Vía esa misma red social se expresaron el presidente electo de Argentina, Alberto Fernández, y la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quienes saludaron la libertad del líder brasileño.
“Cesa hoy una de las aberraciones más grandes del Lawfare en Latinoamérica: la privación ilegítima de la libertad del ex Presidente de la República Federativa de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva”, tuiteó Cristina, acompañando la publicación con el hashtag #LulaLivre.
Alberto Fernández expresó que “el Supremo Tribunal Federal de Brasil ha decidido que las condenas a prisión solo son ejecutables una vez que hayan quedado firmes. Es lo mismo que venimos reclamando en Argentina desde hace años. ¡Valió la pena la demanda de tantos!”.
El futuro presidente, durante la campaña electoral, se expresó varias veces a favor de la libertad de Lula y lo volvió a repetir en los últimos días, desatando el enojo de Bolsonaro: ayer mismo uno de los hijos del presidente de Brasil impulsó una moción de repudio contra Fernández. Ahora, desde el PJ se ilusionan con la presencia del líder del PT en la asunción presidencial.
El enojo de los Bolsonaro.
La excarcelación de líder del Partido de los Trabajadores (PT) fue solicitada por su defensa, en base a un fallo adoptado la noche del jueves por la máxima corte del país, que, en una ajustada votación por 6 a 5, determinó que la prisión de una persona condenada antes de que se agoten todos los recursos es inconstitucional.
Los hijos del presidente Jair Bolsonaro -que por ahora mantuvo silencio sobre el tema- reaccionaron con indignación en las redes sociales frente al fallo de la Corte que permite indirectamente la liberación del expresidente y líder opositor Luiz Inácio Lula da Silva, preso desde el 7 de abril de 2018 por supuestos hechos de corrupción.
Es que la decisión judicial es un duro golpe a la operación política y judicial instrumentada por el juez Sergio Moro -premiado con el ministerio de Justicia en el actual gobierno- y que les permitió apartar a Lula de la carrera electoral para así allanar el camino al poder de la extrema derecha. El expresidente, cuando fue impedido de presentarse, era el candidato con mayor intención de voto.
“Sueltan a los bandidos y desarman al ciudadano. Pobres brasileños”, escribió Eduardo Bolsonaro, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, en Twitter, para repudiar la decisión del Supremo Tribunal Federal.
Eduardo Bolsonaro, quien también es escribiente de la Policía Federal, había afirmado a inicios del año que era muy fácil intervenir militarmente la corte suprema mediante la utilización de “un cabo y un soldado” contra los 11 jueces del tribunal.
Su hermano mayor, Carlos Bolsonaro, concejal de Río de Janeiro y quien escribe las redes sociales del presidente Bolsonaro, escribió en Twitter: “Miles de presos serán soltados y atormentarán a todos más allá de la elección política, generará reflejos sociales y económicos serios internos y externos para quien está ahora y para quien puede venir”.
Meses atrás, una investigación periodística del periodista Glenn Greenwald demostró a través de escuchas teléfonicas que Moro manipuló la causa judicial para forzar la culpabilidad de Lula.
El fallo.
El Supremo Tribunal Federal determinó la excarcelación de Luiz Inácio Lula da Silva, 579 días después haber sido ingresado en la Superintendencia de la Policía Federal de Curitiba. Minutos antes de las 22 horas el titular de la Corte, Antonio Dias Toffoli, emitió su parecer a favor del político que el 27 de octubre pasado cumplió 74 años.
De ese modo concluyó una sesión tensa. La tensión dramática creció como el marcador de un partido de fútbol: a las 15 horas había 5 jueces en contra y 3 a favor de Lula. Pero a partir de allí fueron llegando, uno a uno, los votos que desembocaron en el grito “Lula Libre!” dado por los militantes concentrados frente al Palacio de Justicia, en la Plaza de los Tres Poderes, de Brasilia.
“Lula no cometió ningún ilícito y es víctima de la lawfare que consiste en el uso estratégico del derecho para la persecución política” dijo su abogado defensor, Cristiano Zanin Martins.
Esta fue la su segunda prisión por enfrentar al régimen de turno. La anterior había ocurrido bajo la dictadura en 1980, cuando estuvo 31 días encerrado. Aquel tornero mecánico de los años 70 salió agigantado de la DOPS, la policía política de los generales, en mayo 1980.
Lo mismo debe suceder en los próximos días cuando traspase el portón policial de la sureña Curitiba. Su victoria es la derrota de sus principales antagonistas, el presidente Jair Bolsonaro y el exjuez Sergio Moro, actual ministro de Justicia y Seguridad Pública.
El abogado Zanin Martins adelantó que exigirá la inmediata salida de su defendido para lo cual tendrá que enfrentar a la jueza de primera instancia de Curitiba, Carolina Lemos, incondicional de Moro, quien posiblemente hará todo lo que tenga a su alcance para postergar la excarcelación.
A las 22 horas aproximadamente, frente al Supremo Tribunal, en el centro brasilense, el diputado Paulo Pimenta, jefe del bloque del Partido de los Trabajadores, prometió el retorno al poder.
“Lula, el pueblo te está esperando para enfrentar a este gobierno corrupto que está destruyendo la soberanía . Yo quiero ver a Lula otra vez en aquel palacio (señalando al Planalto, sede de la Presidencia). Vamos a subir otra vez esa rampa (del Planalto). Es una noche histórica”.